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1.11.13

NUESTRO CINEMA: LA PRODUCCIÓN CINEMATOGRÁFICA EN ESPAÑA (2000-2009). BALANCE POSITIVO CON MATICES




LA PRODUCCION CINEMATOGRAFICA EN ESPAÑA (2000-2009)
BALANCE POSITIVO CON MATICES

POR TXOMIN ANSOLA








Introducción

La aceptación del cine español en las salas cinematográficas tiene en 1970 su momento más álgido. En ese año la cuota de mercado de las películas españolas alcanzó el 29,75 por ciento y el número de espectadores superó los 110 millones. Tras este registro excepcional, que no ha vuelto a lograrse en ningún otro momento, el cine español inició una lenta pero constante regresión. Esta se materializó, en 1980, con una reducción de su cuota de mercado de 8,57 puntos y una pérdida de 73,77 millones de espectadores. Cifras que en 1990 acumularon un nuevo retroceso de la cuota de mercado (9,75 puntos) y de los espectadores (26,60 millones).

El grave deterioro que el cine español experimentó durante esos años toca fondo en 1994, cuando la cuota de mercado se sitúa en e1 7,02 por ciento y el número de espectadores lo hace en los 7,13 millones. Estos guarismos arrojan un retroceso de la cuota de mercado de 22,62 puntos y de 103,15 millones de espectadores, desde el inicio de la década de los setenta. Al mismo tiempo proyectaban una imagen paradigmática de la peligrosa deriva en que estaba inmersa la cinematografía española.

Esta importante pérdida de la aceptación popular tuvo su correlato natural en la inevitable contracción en la cantidad de filmes producidos. Las 1.061 películas que se realizaron en la década de los setenta retrocedieron hasta las 895 de los años ochenta  y las 635 de la década de los años noventa.

A comienzos de la segunda mitad de ésta última década la producción cinematográfica española comenzó una ligera recuperación, que tuvo su prolongación entre los años 2000 y 2009. De esta manera tanto la cuota media de mercado (14,53 por ciento) como el numero medio de espectadores (18,69 millones) se situó, después de mucho tiempo, por encima de los niveles alcanzados durante la segunda mitad de los años ochenta.

Estos datos evidencian la sensible mejoría que experimentó el cine español durante esos quince años. No obstante, se hace preciso señalar que el sentido de esta recuperación hay que entenderlo desde el nivel tan bajo en que llegó a colocarse la aceptación popular de las películas españolas, durante la primera mitad de la década de los noventa. Un deterioro que fue agravado por los cambios legislativos introducidos en materia cinematográfica durante la década de los ochenta. Inicialmente con la liberalización del mercado cinematográfico, que impulsó la Unión de Centro Democrático, y posteriormente con las subvenciones anticipadas que promovió el Partido Socialista Obrero Español, mediante el “Decreto Miró”. Ambas medidas estuvieron a punto de fagocitar al siempre endeble sector de la producción cinematográfica.


Cifras positivas

La primera década de este siglo se puede calificar de manera global como positiva para el conjunto del cine español. La producción de películas registró un incremento sustancial, ya que la década se abría con 98 películas producidas (64 íntegramente españolas y 34 coproducciones) y se cerraba con 186 (136 íntegramente españolas y 50 coproducciones) (Gráfico 1). Estas cifras suponían que la década se cerraba con un incremento de 88 películas (89,90 por ciento), porcentaje que era sustancialmente mayor para las 72 películas íntegramente españolas (112,50 por ciento,) mientras que las coproducciones lo hacían, de manera más modesta, en 16 (47,06 por ciento). Este incrementó de la producción hizo que en 2007, con 172 películas, se rebasase el récord  que se había establecido en 1966 con 164 películas. Marca que se superó de nuevo en 2008 y 2009, con 173 y 186 filmes, respectivamente.





La recaudación, en consonancia con el aumento que experimentó la producción, evolucionó también positivamente (Gráfico 2), ya que se pasó de los 53,75 millones de euros del año 2000 a los 104,37 de 2009, lo que representaba un incremento de 50,62 millones de euros (94,18 por ciento). De todas formas los mejores registros correspondieron a los años 2001 (110,18 millones de euros) y 2005 (105,05 millones de euros). Conviene anotar, igualmente, que los ingresos retrocedieron entre 2006 y 2008, para volver a recuperarse moderadamente en 2009.





Esta tendencia ascendente del cine español también se materializó en el capítulo de los espectadores (Gráfico 3). El primer año de la década sumaba 13,42 millones de espectadores y el último alcanzaba los 17,48 millones (30,24 por ciento). Una cifra claramente inferior a lo acontecido entre 2001 (26,21 millones) y 2006 (18,77 millones), que denotaba la peor evolución que había experimentado el numero de espectadores entre 2007 y 2009. De hecho en los dos años precedentes a éste último los espectadores habían experimentado sendos descensos de 11,68 y 5,12 millones, respectivamente.

El peor registro cosechado por los espectadores, al final de la década (30,24 por ciento), tuvo también su reflejo en relación con el mayor incremento que experimentaron las películas (89,80 por ciento)  y la recaudación (94,18 por ciento), lo que representaba una diferencia de 59,56 puntos en relación a las primeras y 63,94 puntos en relación a la segunda.





En cuanto a la cuota de mercado del cine español durante esta década (Gráfico 4), indicar que esta evolucionó también de manera positiva, ya que se pasó del 10,02 por ciento de 2000 al 15,55 por ciento de 2009. Aunque si revisamos la cuota de mercado obtenida en cada año nos encontramos con que ésta última fue inferior  a lo acontecido en los años 2001 (17,87 por ciento), 2003 (15,75 por ciento), 2005 (16,75 por ciento), y superior a lo sucedido en 2002 (13,66 por ciento), 2004 (13,43 por ciento), 2006 (15,47 por ciento), 2007 (13,51 por ciento) y 2008 (13,18 por ciento).

La oscilación de la cuota de mercado ha sido una constante desde 1995, año que marcó el inicio de una tendencia: incremento de la misma los años impares, en relación a los precedentes, y retrocesos los años pares, también en relación a los precedentes. Esta secuencia se quebró en 2007, cuando se registró un descenso, que tuvo su continuidad en 2008, para volver a subir de nuevo en 2009.

Lo acontecido entre 2000 y 2009 refleja unos resultados globales notables, por todos los conceptos, en comparación a lo acontecido durante los años noventa. Así el número de películas pasó, entre estas dos décadas, de las 635 a las 1.407 (121,57 por ciento), la recaudación aumentó de los 338,06 millones a los 918,51 millones de euros (171,07  por ciento), los espectadores lo hicieron de los 111,48 millones a los 186,92 millones (67,67 por ciento), y la cuota media de mercado pasó de 10,62 a 14,53 (3,91 puntos).





Concentración del éxito

La innegable mejoría que experimentó el cine español durante la primera década del presente siglo, tiene también su correspondiente reverso negativo, que matiza de manera significativa, en buena parte, esas cifras globales, tanto en relación a la evolución experimentada durante la propia década como en comparación a lo sucedido en la década precedente.

En esta década, al igual que sucedió en los años noventa, se produjo de nuevo una concentración del éxito en muy pocos de los títulos estrenados durante cada año (Tabla 1). En concreto las primeras veinticinco películas con más recaudación de cada año suman un porcentaje, entre todas ellas, que se mueve entre el 73,88 por ciento de 2002 y el 86,28 por ciento de 2009.

Las películas que encabezan el ranking de la taquilla anualmente acaparan unos ingresos que oscilan entre el 10,05 por ciento de Los crímenes de Oxford, (Alex de la Iglesia, 2008) y el 28,04 por ciento de El orfanato (Juan Antonio Bayona, 2007). Igualmente tenemos que  tres películas más superan el 20 por ciento de la recaudación: Los otros (Alejandro Amenábar, 2001),  La gran aventura de Mortadelo y Filemón (Javier Fresser, 2003) y Mar adentro (Alejandro Amenábar, 2004).

Esta tendencia a la concentración de la recaudación hace que los cinco primeros títulos sumen en tres ocasiones más del 50 por ciento de los ingresos. Eso es lo que ocurrió en los años 2001 (58,31 por ciento), 2003 (51,02 por ciento) y 2009 (50,36 por ciento). Porcentaje que rebasan en todas las ocasiones las diez primeras películas con más ingresos, cuya recaudación se mueve entre el 51,74 por ciento (2002) y el 70,88 por ciento de (2009). Si tomamos las veinte primeras películas tenemos que excepto en un ocasión, en la que el porcentaje fue del 68,38 (2002), en el resto de los años los ingresos rebasaron el 70,15 por ciento (2000), siendo el máximo el 83,99 (2009).





Otro de los rasgos negativos presente en el cine español de la década, aunque es también extensible a la década precedente, es el alto número de productoras, que cada año intervienen exclusivamente en la producción de una película (Tabla 2). Una cifra que se ha ido incrementado a medida que el número de productoras aumentaba cada año. De las 90 productoras del año 2000 se ha pasado a las 226 del 2009. En todos los años, excepto en 2003, ha tenido lugar un incremento de las productoras en relación al año precedente. Desde el año 2002 la cifra es superior a 100 y desde el año 2007 rebasa las 200 productoras.

El número de productoras que han intervenido en la producción de un título ha oscilado entre las 70 de 2001 y las 191 de 2009. En porcentajes tenemos que éstos se han movido entre el  75 por ciento de 2003 y el 82,49 por ciento de 2008. La productoras que han participado de dos a cuatro películas han oscilado entre las 17 de 2000 y las 37 de 2007. En cuanto a los porcentajes, éstos se han desplazado entre el 15,38 por ciento  de 2009 y el 21,28 por ciento de 2002. Las productoras que han intervenido en cinco o más películas se han movido entre las 9 de 2007 y las 2 del 2000. En el rubro de los porcentajes tenemos el 1,84 por ciento de 2008 y el 5,38 por ciento de 2001.





El amplio numero de productoras que han participado en la producción cinematográfica durante la primera década del siglo XXI y su bajo nivel de actividad denota la enorme atomización que caracteriza a la industria cinematográfica española. Esta sigue anclada en una fase muy artesanal que impide a la mayoría de las productoras desarrollar una actividad no ya a largo plazo sino a medio plazo. Al estar imbuidas de una visión del negocio cinematográfico caracterizada por un cortoplacismo letal para ellas y funesto para el sector de la producción, que no logra despegar ni forjar un entramado industrial solvente y con proyección de futuro.

La carencia de recursos propios, con los que afrontar la producción de sus películas, determina, las más de las veces, para las productoras su desaparición, si el éxito no acompaña a este primer y fugaz intento. La consecuencia natural de este hecho es la constante constitución y desaparición de las productoras españolas, lo que conlleva aparejado la excesiva rotación de éstas. Impidiendo, de esta manera, que se forme un tejido industrial que dé soporte a una producción cinematográfica estable y continuada en el tiempo, e imposibilitando sortear los inevitables altibajos que una actividad tan aleatoria e imprevisible, como es la industria cinematográfica, le va a deparar en más de una ocasión.

De hecho una de las señas que mejor definen a la industria cinematográfica española es su permanente situación de crisis en la que tiene que desenvolverse. Crisis que no es coyuntural sino estructural, lo que determina que cualquier cambio en el panorama cinematográfico, sea éste de naturaleza endógena o exógena, pueda desestabilizar y sembrar la alarma en una industria cinematográfica que mira en demasía a la regulación estatal de la actividad cinematográfica y no al público al que van dirigidas sus películas.

Un buen ejemplo de esta circunstancia lo tenemos  en octubre de 2009 con la publicación de la Orden 2834/2009, de 19 de octubre  del Ministerio de Cultura (1)  que desarrollaba el Real Decreto 2062/2008, de 12 de diciembre (Boletín Oficial del Estado, 12 de enero de 2009) y la Ley 55/2007, de 28 de diciembre (Boletín Oficial del Estado, 29 de diciembre de 2007). Un texto legal que suscitó una amplia controversia al ser recurrida por el colectivo Cineastas contra la Orden, en Bruselas, ante la Comisión Europea, lo que provocó su inicial paralización. Estos estimaban que la nueva reglamentación cinematográfica se inclinaba por las películas de gran presupuesto frente a las películas de menor presupuesto, por el cine industrial frente al cine de autor. (2)





1. Orden CUL/2834/2009, de 19 de octubre, por la que se dictan normas de aplicación del Real Decreto 2062/2008, de 12 de diciembre, por el que se desarrolla la Ley 55/2007, de 28 de diciembre, del Cine, en las materias de reconocimiento del coste de una película e inversión del productor, establecimiento de las bases reguladoras de las ayudas estatales y estructura del Registro Administrativo de Empresas Cinematográficas y Audiovisuales.  Boletín Oficial del Estado, 24 de octubre de 2009.

2. Dos meses después de la suspensión de la Orden, en enero de 2010,  la Comisión Europea considero que el “plan español de ayudas al cine es plenamente conforme con la legislación comunitaria y en línea con la comunicación sobre ayuda a la producción cinematográfica europea de 2001”; R. M. De Rituerto / R. García: “El cine español respira aliviado”, El País, Madrid, 27 de enero de 2010.  No obstante la batalla de Cineastas contra la Orden no ha concluido, ya que esta pendiente de resolución judicial el recurso contencioso administrativo que presentaron el 23 de diciembre de 2009 ante la Audiencia Nacional al considerar que la Orden contraviene lo regulado en la Ley de Cine de 2007.



La descapitalización de las productoras españolas, o lo que es lo mismo la falta de recursos propios con los que afrontar la producción, determina que todo su esfuerzo se centre en la obtención de la financiación que les permita hacer frente al rodaje de su película. Esta focalización del trabajo en la producción lleva en numerosas ocasiones a descuidar la comercialización de los filmes, una vez que éstos se han finalizado. El resultado inmediato de este hecho motiva que una parte significativa de la producción no se llegue a estrenar. (3) Otra parte aborda su estreno en unas condiciones de publicidad y numero de copias que condenan a sus películas a su rápida desaparición de la cartelera. El resultado de esta imprevisión lleva a que muchas películas no lleguen a los espectadores y no generen, por tanto, los recursos económicos con los que afrontar nuevos proyectos. No se debe olvidar que un buen resultado en las pantallas de los cines es fundamental, para que las películas se revaloricen en el resto de las ventanas en las que se van a difundir.


3. Si el número de películas producidas entre 2000 y 2009 fue de 1.407 películas y el número de películas estrenadas fue de 1.215, podemos estimar que unos 192 filmes no llegaron a estrenarse, lo que nos da una media de algo más de 19 películas al año.


De hecho la gran novedad que se ha registrado durante estos años ha sido la participación de las televisiones en la financiación del cine español, lo que les ha convertido en las principales impulsoras de la industria cinematográfica. No en vano se han transformado, junto a las ayudas estatales, en el recurso fundamental en el que se apoyan las productoras para sacar adelante sus proyectos. La evolución de las inversiones de las televisiones, que se detalla en la Tabla 3, certifica el papel determinante que vienen jugando en la financiación de las películas españolas.





Un hecho que viene motivado por la normativa legal actual que las obliga a invertir de manera anticipada el 5 por ciento de la cifra total de su facturación en la producción audiovisual de obras europeas, debiendo dedicar el 60 por ciento de esa cantidad a las producciones españolas. Esta exigencia legal ha motivado el rechazo reiterado de la Unión de Televisiones Comerciales (UTECA), que se ha mostrado contraria a esta medida, lo que les ha llevado a recurrir ante el Tribunal Supremo su regulación administrativa, que todavía no se ha pronunciado al respecto.

Las inversiones conjuntas en cine español de los distintos operadores de televisión suman, entre 2000 y 2009,  853.299.380 millones de euros. Una cantidad que representa una inversión media anual de 85,32 millones de euros, moviéndose ésta entre los 58,59 millones de 2009 y los 112,79 millones de 2007.

Televisión Española lidera las inversiones en cine español con 282 millones de euros, lo que representa el 33,05 por ciento, del total, seguido de Telecinco con 204 millones (23,99 por ciento). A continuación tenemos a Antena 3 con 184 millones (21,59 por ciento) y Sogecable con 170 millones (20,03 por ciento). Mientras que las aportaciones de Walt Disney y SPTI (AXN hasta 2007) son poco relevantes, ya que representan 5,35 millones (0,67 por ciento) y 4,53 millones (0,57 por ciento) y Cableeuropa 240.000 euros (0,03 por ciento), correspondientes a 2009.

Es especialmente significativo el papel relevante que  desempeñó Telecinco de 2006 a 2008, lo que le llevó a liderar las inversiones en la producción cinematográfica, con un 32,43 por ciento (2006), 32,53 por ciento (2007) y 46,98 (2008). Porcentajes que contrastan con las inversiones realizadas en los tres primeros años de la década, que fueron de: 11,78 por ciento (2000), 7,15 por ciento (2001) y 10,92 por ciento (2002) o el dato negativo de 2009 (223.165 euros)

Esta mayor actividad inversora la ha colocado en una inmejorable posición en la segunda mitad de la década, ya que ha logrado rentabilizar de forma brillante su participación en las películas españolas. Permitiéndole liderar la taquilla de forma consecutiva de 2006 a 2009, el primer año con la productora Estudios Picasso Fábrica de Ficción, cuando logró más del 20 por ciento de los ingresos, y los tres restantes con Telecinco Cinema. Años en lo que obtuvo el 13,49 por ciento de la taquilla (2007), el 10,58 por ciento (2008) y el 25,49 por ciento (2009).

A pesar de estos buenos resultados el ranking de la taquilla de las productoras de la década (Gráfico 5) lo lidera Sogecine con 57,66 millones de euros (6,28 por ciento), una productora ligada al operador de televisión Sogecable, seguido de cerca por Telecinco Cinema con 51,66 millones de euros (5,62 por ciento). En el quinto puesto tenemos a Estudios Picasso Fábrica de Ficción, con 37,14 millones (4,04 por ciento) y en el diez se sitúa Antena 3 Films con 18,93 millones (2,06 por ciento). Como se desprende de estos datos los operadores de televisión han logrado situar a sus empresas productoras en lo más alto del ranking de la década y consecuentemente liderar la taquilla española, acaparando de forma conjunta el 18 por ciento de la recaudación.

Un porcentaje que las diez primeras productoras del ranking de la década elevan al 39,61 por ciento, lo que representa una notable concentración de los ingresos. Entre éstas encontramos a Castelao Productions con el 4,78 (43.879.756,95 millones de euros) y El Deseo con el 4,10 por ciento (7.667.219,89 millones de euros). A ellas hay que sumar Lolafilms con el 3,81 por ciento (34.993.748,31 millones de euros) y  Amiguetes Entertainment con el 3,67 por ciento (33.709.339,27 millones de euros). Cerrando la relación Tornasol Films con 2,67 por ciento (24.520.443,32 millones de euros) y  Mediaproducción con el 2,57 por ciento de la recaudación (23.626.069,25 millones de euros).


Coda final

La primera década del presente siglo se ha saldado para el cine español con un balance global que cabe calificar de positivo, ya que en su conjunto ofrece un dibujo moderadamente optimista. Entendiendo este avance desde el nivel tan bajo desde el que se partía, por lo que se puede hablar de una recuperación clara, aunque claramente moderada, que tuvo su mayor exponente en los años 2001, 2003 y 2005, para ralentizarse en los años siguientes.

Esta mejora del cine español se ha concretado en un aumento significativo del número de las películas producidas, que alcanzaron en el último tramo de la década un record histórico, al superarse en 2007, por primera vez  las 164 de 1966. En consonancia con este incremento de los filmes se ha producido un ascenso constante del número productoras, que en 2009 llegaron hasta las 226, participando en 186 películas.

La progresión de la producción cinematográfica se ha plasmado, igualmente, en el capítulo de la recaudación y de la cuota de mercado, que arrojan incrementos significativos del 94,18 por en ciento y de 5,61 puntos respectivamente. Más contenida fue la progresión del número de los espectadores, que se situó en el 30,24 por ciento. Este aumento se vio favorecido por el crecimiento del censo de las pantallas, que tocó techo en 2005 con 4.401, para acabar situándose en las 4.082 de 2009, aunque el computo global arroja un acrecentamiento del 16,63 por ciento.

Frente a estos datos positivos, que ponen de manifiesto la evidente mejoría del cine español, nos encontramos que siguen persistiendo graves problemas que matizan, cuando no cuestionan esas cifras. A modo de ejemplo se pueden citar los siguientes:

1) La debilidad estructural de la industria cinematográfica española la coloca continuamente en una situación de crisis permanente, haciéndose ésta especialmente visible en toda su gravedad en momentos concretos, que desatan las alarmas en el sector.

2) La concentración del éxito, cada año, en muy pocos títulos, y por ende en muy pocas productoras, provoca que la mayoría de éstas se quede al margen de los momentos de bonanza, en los que la producción cinematográfica parece tomar aire.

3) La atomización que caracteriza históricamente al sector de la producción ha vuelto a crecer de manera harto significativa en la medida que se ha incrementado su número, de tal manera que más del 75 por ciento de las productoras cada año solo participa en la producción de una película. Poniendo de manifiesto la enorme descapitalización que aqueja al sector. Esta circunstancia impide a la mayoría de las empresas desarrollar una actividad continuada, limitando su existencia a la producción de un filme y a desaparecer.

4) La falta de recursos propios convierten a las ayudas estatales y a las inversiones de los operadores de televisión, en el sostén imprescindible desde el que las productoras deben afrontar la producción de sus películas.

5) Indicar, por último, que el exceso de oferta hace que el mercado, controlado por las multinacionales estadounidenses de la distribución, sea incapaz de absorber una producción en alza continua. Un hecho que conlleva una comercialización muy deficiente de las películas españolas, bastantes de las cuales no se estrenan o lo hacen en condiciones  muy precarias.