Botonera

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30.1.17

VII. "POSNARRATIVO. EL CINE MÁS ALLÁ DE LA NARRACIÓN", HORACIO MUÑOZ FERNÁNDEZ, Shangrila, 2017




Tío Boonmee recuerda sus vidas pasadas, Apichatpong Weerasethakul, 2010
Al oeste de los raíles, Wang Bing, 2002


[...] un cine [posnarrativo] en donde desaparecen prácticamente los signos genéricos y parte de los rasgos de la modernidad; en donde ni interesan, ni muchas veces existen, las explicaciones psicológicas, políticas ni siquiera metafóricas. Un cine en el que ya no importan las historias y los viejos marcos narrativos no sirven para explicarlo. Un cine que no es de personajes, sino de cuerpos (Philippe Grandrieux, Gus Van Sant, Claire Denis, Philippe Garrel) y de rostros (Abbas Kiarostami, Bruno Dumont); que no es de historias, sino de espacios (Jia Zhangke, Pedro Costa, Tsai Ming-liang); que no es de escenarios, sino de paisajes (Albert Serra, James Benning, Peter Hutton, Lois Patiño); que no es de tramas y narración, sino de tiempo y espera (Lav Diaz, Pedro Costa, Wang Bing, Lisandro Alonso); que no busca la identificación, sino la contemplación (Albert Serra, Peter Hutton, James Benning); que no es intelectual, sino corporal, sensorial y háptico (Apichatpong Weerasethakul, Lucien Castaing-Taylor, Vèrèna Paravel, Philippe Grandrieux, Claire Denis); que no narra lo extraordinario, sino que muestra lo cotidiano (Pedro Costa, Hou Hsiao-hisien, Liu Jiayin, Wang Bing, Lisandro Alonso); que no es entretenido, sino aburrido (Tsai Ming-liang, James Benning, Sharon Lockhart); que no es actual, sino primitivo y anacrónico (Peter Hutton, Lisandro Alonso, Ben Rivers, James Benning); que no es sencillo, sino laberíntico y elíptico (David Lynch, Lucrecia Martel); que no es continuo, sino postcontinuo (Olivier Assayas); un cine que no es de causas, sino de consecuencias, más de respuestas que de preguntas.

Un cine muchas veces híbrido, intersticial, entre el documental y la ficción, “entre la imagen y la realidad”, entre la sala de cine y el museo (Sharon Lockhart, Philippe Grandrieux, David Lynch, José Luis Guerin), entre la van(reta)guardia y el cine moderno. Un cine que en muchas ocasiones trabaja sin guion o solo con esbozos, para liberarse de las férreas y adocenadas estructuras narrativas. Para Gus Van Sant, por ejemplo, en el cine siempre ha habido unas determinadas normas y una arquitectura de la que parecía que no se podía salir y que se traducía en una suerte de conformidad. Pero es cuando “te deshaces de esas normas y de la rigidez de la puesta en escena, empiezas a darte cuenta de que existen otros ritmos” [REVIRIEGO, Carlos, “El arte en una prisión: entrevista a Pedro Costa”, Cahiers du cinéma-España, nº 14 (julio-agosto), p.9]. Para el francés Philippe Grandrieux, el rodaje tampoco puede ser la ejecución de un guion previo. Sus películas no empiezan a partir de páginas en las que se describe una historia, “sino fragmentos, sensaciones, relaciones con la luz, sonidos, personas” [MASOTTA, Cloe, “La plástica del deseo. Entrevista a Philippe Grandrieux”, Transit. Cine y otros desvíos, 29 de marzo de 2010]. Por su parte, el cineasta español Albert Serra lo único que necesita para rodar es una página en blanco que le dé todo el margen necesario para improvisar. Y es que como bien señala Jean-Pierre Rehm, para estos cineastas, el dominio del relato y la seguridad del guion ya no funcionan [REHM, Jean-Pierre, “(Continuará…)”, Cahiers du cinéma-España, nº 19 (enero), 2009, p.12]. Porque en el cine más allá de la narración lo que importan no son las historias, sino ‘los materiales’ con los que antes se construían las historias: el espacio, el tiempo y el cuerpo.