Botonera

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1.3.17

IX. "ABEL FERRARA. EL TORMENTO Y EL ÉXTASIS", Rubén Higueras Flores y Jesús Rodrigo García (coords.), Shangrila 2017



Juego peligroso


[...] Hacer una película con las vísceras es deshacerla, porque crear es destruir. Eso es lo que hace Eddie Israel, como un tornado, en Juego Peligroso. También pueden hacerse películas sin vísceras (como Naná Miami, la película que rueda en The Blackout –1997– el director Mickey Ray, un Denis Hopper vuelto una máquina de hacer dinero con vídeos cuyos “actores” son gente común que paga ávidamente por estar frente a cámara) y sin víctimas, excepto aquellos que no saben o no recuerdan que han sido filmados (como Matty, la víctima del “blackout”). Eddie Israel, el opuesto exacto de Mickey Ray, no puede sino excavar hasta el fondo en la tierra de su feudo, que es el set cinematográfico. En el fondo está la verdad y la verdad es un campo arrasado.

El S. XX, el siglo de Hiroshima, Auschwitz y el estructuralismo, hizo cenizas la ineluctabilidad y la inocencia. La contingencia y la sospecha son sus hijos dilectos. Todo cambia y nadie es lo que parece, como en todo el cine de Ferrara, como en ese destilado de máxima concentración de su cine que es Juego Peligroso, una exposé movie al pie de la letra. No hay lado B ni doble faz ni reverso, no hay espejo que atravesar porque todo está expuesto en una misma superficie, en forma paralela y simultánea, en un mismo plano poblado de espejos en el que se fusionan las imágenes de la película rodada proyectadas en monitores (monitores proliferantes en el set, en un avión, en una habitación de hotel), las escenas preparatorias del rodaje esa película (no casualmente bautizada Mother of Mirrors –“Madre de los espejos”) y la supuesta “realidad” de la vida doméstica. La película adentro de la película es una única escena filmada una y otra vez, como la resonancia interminable de un trauma, la onda expansiva de una detonación o un ejercicio espiritual: una disputa conyugal entre Claire (Sarah Jennings, una actriz con potencial que viene de experiencias de poca monta, confiada por Ferrara a un ícono de la industria cultural como Madonna) y Russell (Frank Burns, un actor mediocre que no va a ninguna parte, interpretado por James Russo) [...]


"Hágase mi voluntad.
En torno a Juego peligroso "
Mariel Manrique