Botonera

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30.11.17

III. "CINE Y EXILIO. FORMA(S) DE LA AUSENCIA, José Luis Castro de Paz, Shangrila 2017








[...] Cine de poesía compuesto de fotogramas exiliados de hondísimo calado, marcados a fuego por el dolor y la melancolía, sólo algunas aportaciones puntuales han profundizado en España en el conocimiento (y consiguiente elevación del prestigio crítico e historiográfico) de un film tan excepcional –en todos los sentidos del término– como En el balcón vacío (Jomí García Ascot, 1962), auténtica obra maestra del cine español en el exilio y, en rigor, uno de los escasos films susceptible de ostentar tal calificativo [...]


 Rodaje de En el balcón vacío


Basada en los apuntes autobiográficos de María Luisa Elío –esposa del realizador e hija menor de Luís Elío, juez municipal de Pamplona, arrestado a las pocas horas del comienzo de la sublevación militar, el 19 de julio de 1936–, adaptados por García Ascot, Emilio García Riera y la propia autora, todos ellos hijos de exiliados, la película puede considerarse además “manifiesto” fílmico del “grupo” Nuevo Cine formado en 1960 e inspirador de la revista homónima, de la que se publican siete números entre abril de 1961 y agosto de 1962 y en cuyo consejo de redacción iban a participar, además de García Ascot y García Riera, José de la Colina, Salvador Elizondo, Gabriel Ramírez y, desde el número 4-5, Carlos Monsiváis [...]
“Film de culto”, entonces, del Nuevo Cine méxicano y del cine español en el exilio, la ya citada excepcionalidad de su gestación y rodaje está sobradamente documentada. Los actores, no profesionales, intervienen gratuitamente y son todos, salvo rara excepción, exiliados españoles amigos de la pareja García-Elío. Con en ocasiones esforzadas aportaciones personales y la venta de cuadros donados por algunos pintores –entre ellos Vicente Rojo, autor además de los excelentes créditos del film–, García Ascot logra reunir unos 4.000 dólares con los que compra la cámara (una Pathé-Webbo de 16 mm., de cuerda, con un límite de 35 segundos por plano) e inicia un rodaje que se va a desarrollar durante cuarenta domingos de 1961 y 1962 en lugares que, como el Sanatorio Español, el Colegio Madrid (“El Castillo”), el Ateneo Español o el Parque de Lira, podían pasar, dadas sus características arquitectónicas, por escenarios españoles.


Rodaje de En el balcón vacío


Auténtico texto-encrucijada entre el doloroso pasado que late en sus imágenes y la ascética modernidad formal de las mismas –candente fusión estética de donde la película extraerá algunas de sus más fértiles hallazgos–, los propios textos de García Ascot aparecidos en Nuevo Cine –publicación muy crítica con la industria mexicana y fuertemente influenciada por Cahiers du Cinéma y la naciente Nouvelle Vague francesa– no dejan lugar a dudas sobre las preocupaciones de sus autores y su firme voluntad de hacer de su balcón vacío un film en el que “el punto de vista creado por la forma modifi[que] el contenido, lo determin[e] ineludiblemente”. Sólo el rigor formal permitirá superar la inanidad imperante en el cine mexicano, trasladar al cinematógrafo lo que este suele dejar fuera “(…) el dolor, (…), los problemas sociales, lo irracional”, la muerte como problema existencial, la guerra, los problemas psicológicos, “en definitiva el grande y profundo resorte de las intensas emociones humanas”) y poner en pie una auténtica y profunda “reivindicación del realismo”. El análisis del film nos permitirá comprobar como ese realismo reivindicado por Elío y García Ascot bien poco tiene que ver con la “superficie externa de las cosas” y mucho empero con una “imagen-tiempo” que, en palabras de Gille Deleuze, “nos permite acceder a esa dimensión proustiana según la cual las personas y las cosas ocupan en el tiempo un lugar inconmensurable con el que ocupan en el espacio”, un “recuerdo-imagen” óptico y sonoro más allá de la convencionalidad narrativa del flash-back y cuyo más exacto correlato nos es dado por “los trastornos de la memoria y los fracasos del reconocimiento” [...]